domingo, 13 de septiembre de 2009

Austria

Como capital del imperio Austrohúngaro, me imaginaba a Viena señorial y rococó. Ciertamente tiene un centro histórico que conserva esa imagen, pero Viena es también una ciudad moderna, activa y con movimiento, más de lo que imaginé.

Capaz alguien lee esto y me quiere matar, pero yo no conocía la obra de Hundertwasser, que construye cosas locas y coloridas, y ciertamente muy diferentes a lo que esperaba encontrar en Viena, y me encantó. Lo mejor de esto es ver que aún hay cosas que me toman por sorpresa, y no haber perdido mi capacidad de asombro en este punto del viaje es una excelente señal.

Me impresionó el tamaño del Palacio Imperial, y la cantidad de usos que han sabido darle en la actualidad, entre otras cosas, biblioteca. Como en todas las ciudades de Europa, hay merchandising local, que acá en Austria es Mozart, los violines Stradivarius, el look tirolés, y la empreratriz Sissi. Es raro que alguien de mi generación sepa quién es Sissi, Carla y yo lo sabemos porque nuestras madres nos hicieron ver aquellas viejas películas de Romy Schneider, pero por lo general, el uruguayo de 25 a 30 años de edad no tiene ni idea. En Europa parece que aún tienen vigencia, un hombre que trabajaba en el museo dice que no deja de impactarle la gente que va a Austria sólo por haber seguido en cine la historia de amor de Sissi y Franz Joseph.

Salzburgo es linda, muy linda, entre el río Salzach y las montañas, realmente encantadora, parece hasta de juguete. El merchandising es el mismo, pero claro, con Mozart a la cabeza siendo esta su ciudad natal. Me quedé con ganas de entrar al castillo, que sobresale en la parte más alta de la ciudad, pero bueno, los tiempos no siempre dan para todo, si la vida me da una revancha, lo iré a visitar.

Los autríacos nos cayeron en general muy amables y solícitos, cosa que también sentimos en Berlín, también para mi sopresa. ¡Claro que para mejor! Me llevo un lindo recuerdo de Austria.





No hay comentarios:

Publicar un comentario