sábado, 27 de junio de 2009

Desde los Himalayas

Nepal es seguramente el país más pobre de mi itinerario, y no sabía qué esperar.

Llegamos al suelo nepalí con aplausos, pero fue porque creímos que no sobrevivíamos al aterrizaje. El aeropuerto de Kathmandú, ciudad capital, es comparable a la terminal de buquebus de Colonia. Es todo así, pequeño y artesanal. Kathmandú es una ciudad extensísima y con millones de pobladores, pero uno la transita con la sensación de estar en un pueblo. Las calles son angostas, no hay veredas, hay mucho polvo, el agua corriente sale marrón y la luz eléctrica se corta cada tanto… ¡me encanta!

La pobreza es general, pero no es tan extrema como en India, hay necesidades pero no miseria. Creí que no existía tránsito tan ruidoso como en China hasta que llegué a la India… pues bien, me equivoqué de nuevo. Acá la única norma de tránsito es “no molestar y dejar pasar”. Podés circular por la derecha, la izquierda, el medio… y también estacionar. Pero, te pueden tocar bocina para que te corras si estorbás el paso. Te tocan bocina para pasar, para tratar de pasar, cuando ya te pasaron, para saludarte, para avisar que pasan.. para decir que existen. Es imaginar el peor congestionamiento o manifestación de 18 de julio… pero sin parar, y las 24 horas del día. Llega un punto en que ensordece.

A pesar de su poca infraestructura, tienen muy presente que el turismo es su mayor fuente de ingresos, y lo explotan a través de 3 ramas: el tursimo espiritual, hinduismo, budismo, Tibet; el turismo aventura, deportes extremos e Himalayas; y turismo… “narcótico”, en vista que las drogas son legales. Hay tres agencias de turismo mínimo por cuadra, pero de nuevo,todo con un tinte artesanal.

Dado que estaba en el grupo que se quedaba en Nepal 6 días, decidí ser una más de esas turistas: hicimos rafting y safari. El rafting estuvo excelente, pero lamento decir que no hay fotos (bastante con que mojé los pasaportes). Al principio, cuandonos daban las instrucciones de qué hacer si nos caíamos del bote, miraba las aguas calmas del rio y pensaba “qué chantas”, pero la verdad tuvimos que hacer uso de ellas: una ola casi nos voltea y 3 de las 4 personas del lado derecho del bote cayeron al agua: Virginia, Micaela y Silvia, la docente. Yo iba del lado izquierdo, en realidad caí pero dentro del bote, y empujé a la pobre Virginia al agua.Fue una situación de caos, perdimos remos, pero rescatamos a Virginia. Micaela fue rescatada porun kayak que estaba para dar apoyo y fue temporalmente adoptada por un bote de israelíes, y Silvia, con su propio remo y el de Vir, fue rescatada por otro bote de arquitectura. De todas maneras, lo extremo no fue navegar el río, sino ir y volver de él. Las leyes del tránsito de la ciudad no cambian en la montaña, pasa el que llega primero, a bocinazos, por el costado que venga mejor. La diferencia con la ciudad es hacerlo a escasos centímetros del precipicio. Eso de no rebasar en las curvas es algo que no tienen como norma de seguridad y sentido común…

Fuimos a la reserva de Chitwan a hacer safari, y al principio nos creímos timados, en el safari a pie sólo vimos unos pocos monos que bien se pueden ver en la ciudad, y nos habían dicho que el río donde paseamos en canoa tenía cocodrilos, y solo vimos algas… al regresar, nos bañamos con los elefantes y en el medio del baño ¡un cocodrilo en el agua! Por cierto, los elefantes son muy grandes y redondos… no es que no lo supiera, es que no se me había ocurrido antes de subirme a uno, que realmente no hay lugar de donde agarrarse.. Al día siguiente hicimos safari a lomo de elefante pero de a 4 en una cajita, asi que no había peligro de caer. Vimos monos de nuevo, pero también jabalíes, ciervos, antílopes y rinocerontes… asi quesí fue un safari!

No todo fue aventura en Nepal, fuimos a Patan y Bhaktapur a visitar los templos hinduistas, y a la stupa de Bodhnarth para las ceremonias budistas. Mucha gente es de ambas religiones a la vez, porque el budismo no cree en dioses sino en filosofías de vida y por ende no se contradice con los dioses hindúes.

Contrario a lo que todos creímos, dejamos Kathmandú con mucho pesar. Nos sentimos muy a gusto, la gente era agradable, con 5 dólares eras el dueño del mundo y la ciudad, con su caos y su ruido, tenía una escala que nos encantaba. Buen recuerdo de Nepal.


No hay comentarios:

Publicar un comentario