miércoles, 7 de octubre de 2009

Gaeta

Tras 4 meses y medio de viaje, finalmente llegué a un lugar que no me era extraño y nuevo, por el contrario, me era más que familiar. Gaeta me hospedó durante un mes hace 6 años, y ahora, durante tres días, volví a vivir con la familia Scalesse, la familia de mi abuela paterna.

Los niños crecieron, los adolescentes se mudaron a estudiar a otras ciudades, y mis coetáneos, o mayores que yo por pocos años, se casaron y construyeron nuevas familias. Los primos de mi abuela me dicen “qué viejos debemos estar!”, pero yo los encontré iguales. Incluso la tía de mi abuela, que en 3 meses cumple 99 años, está igual y hasta en ciertos aspectos, mejor que cuando la conocí.

Pude aprovechar un veranillo e ir a la playa de Serapo, y por supuesto, visité la Montagna Spaccata, la via Independenza, el Lungomare, el Monte Orlando… y como siempre, las grandes comilonas a base de pescado, berenjenas, tiella y la infaltable mozarella di buffala.

Con estos tiempos modernos y los vuelos las distancias un poco se acortan, pero como dice Lina, “mi abuela mandó a su hija al fin del mundo”, y es verdad, qué lejos que estamos. Por suerte, las nuevas generaciones continuamos el contacto, el rapporto, y los lazos se mantienen.


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