lunes, 19 de octubre de 2009

Barcelona

La duración del viaje depende directamente del dinero que se haya recaudado con la venta de rifas. En mi caso particular, la nafta se me estaba acabando, y ya desde Montevideo, decidí que no iba a irme sin haber conocido una ciudad en particular: Barcelona.

La capital catalana siempre tuvo algo que me resultó atractivo, siempre fue vanguardista, revolucionaria, y el clima mediterráneo sólo sumaba puntos. Así fue que me fui de Italia a Barcelona. Pasé del descanso y la vida familiar a la rosca de las guías de viaje, los cronogramas para recorrerlo todo y volver a usar el maldito cinturón de viaje. Pero no fue retomar el viaje que ya venía haciendo, porque estaba sola, con mis tiempos, mis ritmos, sin carpas, sin camioneta. Fue otro subviaje dentro del gran viaje, la última etapa.

Después de lo del abuelo, sinceramente no quería continuar viajando, pero al llegar a Barcelona, supe de inmediato que me iba a gustar y a interesar. Tras una semana de tranquilidad en pequeños pueblos italianos, volvía a la adrenalina de una metrópolis, una ciudad joven, movida, y que tiene a la vez gente que camina vestida de marca de pies a cabeza y gente que de chancletas y bikini acaba de regresar de la playa, como en Copacabana.

Lo que me resultó extrañísimo y me tomó tiempo acostumbrarme fue...¡hablar español! Es la primera vez en meses en que estoy en un país que habla mi lengua, en el que no tengo que pensar la pregunta en otro idioma ni usar señas, sólo es hablar, preguntar como si estuvieras en 18 y Ejido.

A diferencia del resto de Europa, en donde caminaba tranquila, en Barcelona estuve muy atenta. Además de ser por estar sola, España se ha ganado la fama de ser uno de los países del viaje en donde más probable es que te roben. Y en 4 días de estadía escuché de muchos robos a mi alrededor, incluyendo adentro de un supermercado. Claro, es un temor y un estar alerta muy diferente al de Montevideo: en Barcelona son oportunistas, que si te ven distraida te abren la cartera. En Montevideo te confrontan y amenazan, es mucho más agresivo. Supongo que es también porque los carteristas españoles son más hábiles, y el uruguayo ha decaído tanto que ni se esmera en robarte con destreza, te amenaza y es más fácil. Ya no son rateros, son directamente chorros..

Pero volviendo a Barcelona, lo cierto es que me atrapó. Clima de verano aún en octubre, playa, lindo mar, puerto, lindas calles, la rambla (la de ellos, no nuestro concepto de rambla), y, por supuesto, las obras de Gaudí, que dejaron una impronta en la ciudad, y, obviamente, abrieron cancha para el merchandising de todo tipo de artículos! No sólo del Modernismo vive Barcelona, también en la arquitectura contemporánea tiene buenos aportes, y es uno de los pocos ejemplos de buen urbanismo, con aciertos plan tras plan, cosa rarísima. En Barcelona se pone mucha cabeza, mucho diseño para todo. Siempre se innova, se reinventa... y siempre funciona!

No hay comentarios:

Publicar un comentario